Zapatero En La Ue De Las Maravillas (1)

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(Adaptacin deAlicia en el pas de las maravillas

, de Lewis Carroll) |Episodio 1: En la madriguera del Conejo Blanco| Zapatero empezaba ya a cansarse de estar sentado con la vicepresidenta primera en el trono de la Moncloa, sin tener nada que hacer. De vez en cuando echaba un vistazo al libro que Mara Teresa lea sobre las distintas clases de principados y de la forma en que se adquieren, de Nicols Maquiavelo -no de Zarkozy-. Pero el libro no tena dibujos, solo haba texto y ms texto. Para qu servir un libro sin dibujos?, se preguntaba Zapatero, para leer, sola responderle ella, pero ese argumento no era de su agrado. Entonces el presidente se puso a pensar y comprob que pensar le costaba cierto esfuerzo, porque el calor de la calefaccin lo haba dejado sooliento y con pocas ideas. Pero an as pens y lleg a la conclusin de que el placer de tejer una guirnalda de medidas, para la reactivacin de la economa europea, compensara el esfuerzo de tener que llamar a su vicepresidenta segunda y pedirle unbrainstorming en Power Point. Una lluvia de ideas que el mismo combinara con su nueva tesis sobre los brotes verdes paneuropeos que se le acaba de ocurrir. Sin duda, tal empresa supona una accin muy esforzada, a pesar de lo cual, descolg el telfono para llamarla. Fue entonces cuando, de repente, salt cerca de l un Conejo Blanco de ojos rosados que le resultaba familiar, aunque pareca muy preocupado por las inclemencias meteorolgicas que padecan los ciudadanos del Reino. No haba nada de extraordinario en ello, ni tampoco le pareci al presidente muy raro or que el Conejo se deca asmismo: Dios mo! Dios mo! Voy a llegar tarde a mi reunin con Esperanza por lo de la nieve en Madrid!. No obstante, cuando lo pens despus, decidi que, desde luego, debera haberse sorprendido mucho, especialmente cuando el Conejo sac un reloj de bolsillo del chaleco, lo mir y ech a correr. Entonces, Zapatero se levant de un salto porque comprendi de golpe que l nunca haba visto un conejo con chaleco, ni con reloj. Por eso, ardiendo en curiosidad, ech a correr tras el Conejo por la Moncloa, y lleg justo a tiempo de ver cmo se precipitaba en una madriguera que se abra al pie de un seto del Palacio. Un momento ms tarde, Zapatero se meta tambin en la madriguera, sin pararse a considerar cmo se las arreglara despus para salir. Al principio, la madriguera de Blanco se extenda en lnea recta como un tnel del AVE, pero despus torci bruscamente hacia abajo como las encuestas de intencin de voto del CIS. Tan bruscamente que el presidente no tuvo siquiera tiempo de pensar en detenerse y se encontr cayendo por lo que pareca un pozo muy profundo. O el pozo era en verdad profundo, o l caa muy despacio, porque mientras descenda tuvo tiempo sobrado para mirar a su alrededor y para preguntarse qu iba a suceder despus. Primero, intent mirar hacia abajo y ver a dnde ira a parar, pero estaba todo demasiado oscuro para distinguir nada. -Vaya! -pens el presidente- Despus de una cada como sta, rodar por las escaleras de la Moncloa me parecer algo sin importancia! Qu valiente me encontrarn todos! Ni siquiera llorara, aunque me cayera del tejado de Ferraz! Y era verdad, segua para abajo, abajo, abajo. -Ser que no acabar nunca de caer? Me gustara saber cuntas millas he descendido ya -dijo en voz alta-. Tengo que estar bastante cerca del centro de la tierra. Creo que estoy a cuatro mil millas de profundidad. Por lo que se ve, el presidente haba aprendido algunas cosas de estas en las clases de la escuela, y aunque no era un momento muy oportuno para presumir de sus conocimientos, ya que no haba nadie all que pudiera escucharlo, le pareci que repetirlo le serva de repaso. -S, esa debe de ser la distancia, pero me pregunto a qu latitud o longitud habr llegado. Zapatero no tena la menor idea de lo que era la latitud, ni tampoco la longitud, pero le pareci bien decir unas palabras tan bonitas e impresionantes. Enseguida volvi a empezar. -A lo mejor caigo a travs de toda la tierra! La tierra que es del viento! Qu divertido sera salir donde vive esa gente que anda cabeza abajo con lo que le viene encima! Qu antipticos! -se dijo refirindose a la Presidencia permanente de la Unin y se alegr de que nadie deEl Mundo lo hubiera escuchado. Y mientras deca esas palabras, ensay una reverencia para desagraviar a la cancillera alemana. Y haca reverencias y reverencias mientras caa por el aire. Creis que eso es posible? Pues s, lo es, y adems acompaaba cada una con una mueca que pona de relieve su ceja en forma de Z. As es como segua hacia abajo, abajo, abajo. No haba otra cosa que hacer y el presidente empez enseguida a hablar otra vez en voz alta. -Temo que Mara Teresa me haya olvidado! Con ese pensamiento, Zapatero empez a sentirse medio dormido en el descenso y pensaba vagamente sobre si tenemos un dficit pblico superior al 10% del PIB? o si lo que ocurre es que tenemos un 10% del PIB superior al dficit pbico [sic]? Daba lo mismo cul fuera la verdadera formulacin del problema, lo cierto es que no tena respuesta para ninguna de las dos. Se estaba durmiendo de veras y empezaba a soar que paseaba con Angela de la mano por Alemania y que le preguntaba con mucha ansiedad: Ahora, Angela, dime la verdad, no es genial que impongamos sanciones a los pases que no cumplan los objetivos econmicos? En ese momento, de repente, cataplum!, fue a darse de bruces contra las crticas del equipo econmico de la canciller y de ella misma, adems de con la irona de la prensa internacional en titulares. Cuntos das puede permanecer en el aire una cometa espaola? Unos cuatro,a juzgar por la rapidez con que Alemania y el Reino Unido derribaron una propuesta del presidente del Gobierno espaol, segn deca el inmisericordeFinancial Times. Pese a todo, Zapatero no pareca haber sufrido el menor dao. Se levant de un salto, mir hacia arriba y, aunque todo estaba oscuro, al final del tnel se abra otro largo pasadizo. All estaba Mara Teresa con Durao Barroso, con el recurrente donde dijo digo, digo Diego. Eso le tranquiliz. Lo nico inquietante es que vio tambin al Conejo Blanco, que se alejaba a toda prisa. No haba momento que perder y el presidente, sin vacilar, ech a correr tras l como el viento, intrigado por tanta urgencia. Al doblar la esquina del sueo, vio al Conejo junto a Esperanza montado en una mquina quitanieves. Como dice Mara Teresa, si bebes mucho de una botella que lleva la indicacin veneno, terminar, a la corta o a la larga, por hacerte dao. Pero eso se ver despus. Continuar

Zapatero En La Ue De Las Maravillas (1)

por: Eugenia Ainegue

Sobre el Autor
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Analista del discurso poltico y escritora(Articuloz SC #1741744)

Fuente - http://www.articuloz.com/politica-articulos/zapatero-en-la-ue-de-las-maravillas-1-1741744.html

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